La prostitución y la violencia.
Patricia era una chica bella, jovial e inteligente, destacada estudiante, buena hija y excelente hermana; tanto ella como sus dos hermanos varones fueron educados con muchos valores y sus padres siempre se preocuparon por darles el mejor ejemplo. En la casa nadie, ni el padre, levantaba la voz, cualquier dificultad era siempre discutida en un tono mesurado, nunca exaltado ni muchos menos violento; los castigos que aplicaba el padre a los casos de desobediencia, siempre consistieron en no permitir las salidas con amigos, o en no permitirle al hijo que desobedecía ver televisión, el señor jamás propinó un golpe a alguno de sus hijos. Realmente la familia de patricia es ejemplar, y los hermanos de Patricia ahora son buenos profesionistas y hombres de bien; sin embargo el caso de Patricia no es igual. A pesar de la educación recibida, de los consejos de sus padres, e incluso del ejemplo de sus hermanos mayores, Patricia acabó mal, ella terminó engrosando las filas de la prostitución. Lo mas curioso es que a Patricia, sin ser de familia millonaria, nunca le faltó nada; su padre siempre estuvo al pendiente de que en su casa nunca faltara lo básico, además de que también siempre les cumplió muchos gustos y lujos innecesarios, claro, a costa trabajar tiempo extra o laborar hasta los fines de semana. La realidad es que Patricia no terminó ejerciendo la prostitución por necesidad económica ni nada parecido, sino que todo el problema comenzó cuando ella a los 17 años comenzó a andar con un elemento de nombre Andrés.
Desde los comienzos del noviazgo, Andrés ejercía mucha violencia sobre Patricia, primero a base de atacar su autoestima, hasta llegar al maltrato físico: siempre le dijo que era una idiota, mensa, tarada, que no servía para nada, etc.; y después comenzó a cachetearla y después hasta a golpearla con el puño cerrado. Aún así, Andrés la convenció de que se fuera con él a vivir en unión libre, y desgraciadamente ella aceptó. Patricia dejó estudios, familia y la casa donde había vivido ya 18 años, y se fue con Andrés; no le importaron los consejos de su padre y hermanos, ni las lágrimas de su madre: Patricia solo decía que amaba mucho a Andrés y que quería vivir con él. Al poco tiempo de estar juntos, la joven pareja comenzó a sentir los estragos de la pobreza, pasaron hambre; entonces fue cuando Andrés le "propuso" que se prostituyera para poder ganar algo de dinero. Evidentemente ella no aceptó, pero fue entonces cuando Andrés la obligó a base de golpes a iniciarse en el negocio de la prostitución. Cada vez que Patricia comentaba que ya no quería prostituirse, recibía sendos golpes de Andrés, por lo que no le quedaba mas remedio que continuar en dicha actividad. A pesar de los constantes maltratos, ella nunca intentó dejar la relación, al contrario, ella siempre argumentaba ser la culpable por las golpizas que recibía: por no comprender a Andrés decía. Patricia nunca intentó volver a su casa con sus padres, al contrario rompió toda comunicación con ellos, quedando literalmente sola contra el mundo, y a merced su pareja.
Una ocasión en una discusión, nuevamente por el asunto de la prostitución, Andrés tiró a patricia al suelo, la pateó hasta que se cansó, después la tomó de los cabellos y con un pedazo de tubo de acero, la golpeó repetidas veces en el rostro; Patricia primero gritó desesperada y horrorizada, metió las manos, y después... después no recordó nada, simplemente despertó en el hospital con la cara totalmente desfigurada. Fue llevada al hospital inconsciente, gracias a que alguno de los vecinos, de forma anónima, reportó el incidente a la policía, que si no hubiera llegado a tiempo, tal vez la habría encontrado muerta. Ya en el hospital, Patricia no tuvo mas remedio que decir quienes eran sus familiares, para que les pasaran parte del incidente. Los padres y los hermanos llegaron lo mas rápido que pudieron, y como era de esperarse, le brindaron todo el apoyo. Cuando Patricia salió del hospital, sus padres la llevaron de vuelta a casa, a pesar de que ella todavía pensaba en regresar con Andrés. Lo que finalmente hizo que se regresara a la casa de sus padres, fue el saber que Andrés estaba en prisión preventiva, mientras enfrentaba el cargo por lesiones y por intento de homicidio, promovido contra él por uno de sus hermanos. Por recomendación de personas de trabajo social del hospital, Patricia inició una terapia psicológica con la intención de ayudarla a superar los incidentes de violencia, así como su muy afectada autoestima.
Actualmente Patricia estudia la licenciatura en psicología, regresó a la escuela a petición de sus padres. Ya no es la misma, en el rostro lleva las marcas de los golpes recibidos por casi tres años; pero en los ojos se le percibe una esperanza y muchos deseos de recuperar el tiempo perdido. Aunque se volvío muy reservada, ha logrado construir un buen círculo de amigos que conocen su historia y la apoyan; pero lo mas importante, es que ahora se da cuenta de que nunca ha estado sola y que nunca lo estará. Andrés si fue hallado culpable de los delitos que se le imputaron, por lo que aún está en prisión: le faltan 5 años de condena.
Patricia tuvo una suerte que muchas chicas que pasan por lo mismo no tienen y es que su familia la apoyó en todo, y no la desconoció cuando mas ayuda necesitaba. En la mayoría de los casos una forma equivocada de orgullo, orilla a las familias a desconocer a las hijas y hermanas que caen en desgracias parecidas, y en vez de buscar apoyarlas, buscan alejarlas lo mas posible: las ven como una vergüenza para la familia. Por otro lado, en muchas sociedades se piensa que las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen por gusto o porque son ninfómanas
La realidad es que la prostitución y la violencia suelen ir de la mano. Primero la víctima que suele ser obligada a ejercer tal acción, es violentada por la persona que la explota; y después los "clientes" que pagan por sus "servicios" suelen ejercer también diversas formas de violencia sobre ella. Por lo anterior cada que veas una persona que se prostituye, ni te burles ni te espantes, simplemente comprende que es una víctima de una sociedad que es violenta, y ella es víctima de una forma mas de violencia y explotación; por eso podemos decir que mientras haya personas en la prostitución, algo en la sociedad no está funcionando bien. A los ciudadanos responsables, ante esta situación, solo nos quedan dos cosas: 1) no fomentar el problema, o sea, no seas cliente; y 2) si puedes denuncia y ayuda.
Mientras haya una persona ejerciendo la prostitución, no podemos decir que la esclavitud se ha abolido; y mientras una persona sea esclava, la sociedad no es completamente libre.
Apocalipsis 3:16
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