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Porque el derecho de decir lo que pienso y lo que siento me fue dado por los Dioses, no me podrá ser quitado por los hombres, sin que éstos, tarde o temprano, paguen el justo precio.


lunes, 11 de enero de 2010

El canto de las cucarachas.

El canto de las cucarachas.


Se acerca ese día, en el que más allá de nuestras voluntades, más allá de nuestros anhelos por vivir como alguna vez vivimos, tengamos que vivir únicamente como podamos. Defenderemos nuestra vida en las sombras como lo único verdadero, como lo único que en realidad poseemos. El Sol y la Tierra no serán mas nuestros amigos, nuestro padre y nuestra madre. Disfrutaremos de las aguas negras que hemos fabricado, como si fueran aguas frescas, porque no tendremos mas: cosecharemos lo que hemos sembrado.


Las aves serán un mito, y nos conformaremos escuchando el canto de nuestros lamentos, junto con el canto de las cucarachas, porque ellas serán nuestras únicas acompañantes. Ese será el momento en el que nos demos cuenta, que siempre le dimos valor a lo que nunca lo tuvo. Comeremos los pocos frutos que sean aún comibles, y si queremos más, tendremos que comer los frutos putrefactos, con cáscaras manchadas, podridos por el mismo clima, que será nuestro peor enemigo. Ese será el castigo de nuestra madre la Tierra, por no saber agradecer si quiera en la forma más mínima sus regalos a nosotros.


Nuestro padre el Sol nos atormentará con sus rayos, que alguna vez fueron vida y luz, y ahora serán fuego y muerte. Viviremos en catacumbas, rodeados de mercados subterráneos, miserables, sucios, apestosos. Nosotros no pensaremos en vestir nuevamente ropas finas, de marca... veremos que eso ya no importa. Nos desplazaremos por los túneles guiándonos por el tacto, nada mas, porque nuestros ojos no están hechos para vivir en ese ambiente.


Sólo tendremos un momento, que será al ponerse el Sol, para salir y observar algo de la luz, hasta que se oculte completamente. Disfrutaremos ese momento como el mas grande de nuestros días, y es entonces cuando le contaremos a nuestros hijos de todas las riquezas que tuvimos, y que nunca pudimos ver, porque solo vimos lo que los hijos de la perdición nos dijeron que viéramos, compráramos, consumiéramos. Pero todo lo que tuvimos que fue material no lo volveremos a desear, habremos aprendido lo que en verdad tiene valor.


Valoraremos más la sonrisa, la risa, porque será lo mas escaso. Más que anhelar la buena comida, anhelaremos compartirla con quienes tenemos a nuestro lado, porque no querremos quedarnos solos. Desearemos que el mundo vuelva a ser limpio, porque nos hartaremos de vivir en la mugre.


Y cuando hayamos aprendido todo esto, será demasiado tarde; y trataremos de disfrutar en la medida de lo posible, la obscuridad y el canto de las cucarachas, nuestras únicas acompañantes.


Apocalipsis 3:16