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Porque el derecho de decir lo que pienso y lo que siento me fue dado por los Dioses, no me podrá ser quitado por los hombres, sin que éstos, tarde o temprano, paguen el justo precio.


jueves, 18 de noviembre de 2010

Competitividad: el enemigo número uno de la humanidad.

Competitividad: el enemigo número uno de la humanidad.

El sábado anterior (13 de noviembre de 2010), se llevó a cabo la pelea por el Campeonato Mundial de peso Súper Welter del Consejo Mundial de Boxeo. Many Pacquiao, el boxeador filipino con un peso de 67 kilogramos, se enfrentó al mexicano Antonio Margarito de 75 Kg. El boxeador mexicano tenía, además de su ventaja de 8 Kg. sobre el filipino, una estatura y un alcance mucho mayor. Dadas las ventajas que ofrecía el físico de Margarito sobre el físico de Pacquiao, para los mexicanos se perfilaba como favorito el conacional; aunque según información de fuentes internacionales el gran favorito en otros países era el filipino. Desde el inicio del combate, se notó que el mexicano no tendría posibilidades: a pesar de estar físicamente mas favorecido, le faltó la estrategia, al parecer no había estudiado a fondo a su contrario; o por otra parte, cabe la posibilidad de que Margarito haya confiado demasiado en su ventaja física. El filipino al saberse en desventaja física se enfocó en compensar esa diferencia, con mayor rapidez en el ataque, con una estrategia mucho mejor estudiada -definitivamente tenía bien estudiados los movimientos de Margarito-, y con una excelente preparación física. Al final, el resultado es bien sabido por todos: Margarito fue literalmente masacrado y fuertemente lesionado; terminó con fractura en la cuenca del ojo derecho y severos hematomas en todo el rostro. El mexicano propinó al filipino 299 golpes, pero recibió 474.

Aunque yo no soy muy aficionado a los deportes de contacto, en los que la agresividad se fomenta y se califica de "disciplina", si encontré muy interesante el combate de Margarito con Pacquiao, ¿por qué razón? Porque me remite a un aspecto que está impactando mucho en la vida nacional e internacional; me refiero a lo que conocemos como competitividad. En el caso de una pelea de box, decimos que el boxeador mas competitivo es el que logra vencer a su rival: entre mas golpeado y lastimado quede el contrario, decimos que el ganador es más o menos competitivo. Esto es, en ese momento no importa la vida, ni las razones que llevan a los dos competidores a pelear, en ese instante sólo se piensa que el contrario debe caer, y nada más. El vencedor se lleva la ovación del público y es visto, casi, como el héroe de la noche; el perdedor recibe la crítica, la mofa y hasta el desprecio de la gente: inmediatamente pierde su popularidad, y lo que es peor, disminuyen sus posibilidades de tener otras peleas importantes. Situación difícil la del perdedor, sobre todo si consideramos que el box es su modo de vida.

La competitividad se define como: capacidad para competir por tener las propiedades necesarias. Aunque el término se ha puesto muy de moda, la idea de competitividad surge desde mucho tiempo antes de que el humano pisara la tierra; es esta idea la base de la teoría de la Selección Natural de Darwin. Hablamos de que las especies animales que conviven con nosotros, han logrado persistir a través de las eras por la sencilla razón de que fueron mas "competitivas que otras"; las especies que no fueron competitivas, fueron condenadas a la extinción. En este contexto entendemos al conjunto de capacidades físicas como la fuerza, la velocidad y el tamaño, como determinantes del grado de competitividad de una especie; aunque después se sumaron a la lista la inteligencia y la habilidad. Nosotros los humanos somos producto de la evolución de especies competitivas, que a través del tiempo, fueron tomando la forma que ahora poseemos nosotros, con una sola intención: ser mas competitivos. Sin embargo la competencia en el ser humano ha ido tomando diferentes caminos al original, de forma tal se ha desvirtuado, que cada grupo humano la define de acuerdo a sus propios intereses... muchas veces mezquinos.

Una forma de competencia humana, con sus características propias, es la que se presenta ante una oferta de empleo: llegarán a lo mejor cientos de competidores, cada uno conoce sus capacidades, y todos quieren quedarse con dicho trabajo, ¿por qué? Porque tienen la necesidad de vivir de el. En ese momento cada candidato omite de su pensamiento las posibles necesidades de los otros, a quienes ve como contrarios -casi como enemigos-, lo único que tiene en mente es quedarse con el puesto, no le importa nada mas. El seleccionado por el empleador, será aquel que sea el mas competitivo, los demás no importan. Muchas veces el empleado mas competitivo es aquel que tiene la capacidad de resolver los problemas para los que se le está empleando (característica que muy probablemente compartan los demás candidatos) pero que sus necesidades económicas son menores que las del resto: esto es que saldrá mas barato para la organización. Otras características del empleado competitivo, son: 1) que está dispuesto a trabajar mas tiempo del estipulado en la jornada del ley, si cobrar tiempo extra, 2) que desde su condición miserable, se vuelve un verdadero defensor de la imagen y de las políticas de la empresa; aún en contra de los otros trabajadores, sus compañeros. Ahora la pregunta es: ¿por qué en este caso, a diferencia del caso de Pacquiao y Margarito, la competitividad no se basa exclusivamente en las habilidades y conocimientos de la persona? La respuesta es muy sencilla, porque para las empresas lo que importa es la competitividad de la empresa ante otras empresas: menos costos de operación harán a la empresa mas competitiva en el mercado, porque podrá vender sus productos o servicios mas baratos que las otras empresas similares. La persona humana y sus necesidades pasan a un segundo término, la vida del trabajador no importa, sólo importa que cumpla: el trabajador siempre será reemplazable, y a lo mejor por otro aún mas barato para la organización.

En el ámbito político, en las campañas electorales, también vemos una gran presencia de la idea de competitividad. El discurso de todos los candidatos siempre gira en torno a la solución de las necesidades mas apremiantes de la comunidad; se presentan elegantemente vestidos, tratando de dar una imagen ganadora sobre la de sus adversarios, y en los debates siempre muestran agresividad contra los opositores descalificando sus propuestas, mientras tratan de convencer al electorado de que las suyas son las mejores. El discurso está bien estudiado. Todos los candidatos, ya sean de derecha o de izquierda, literalmente ofrecen lo mismo: abatir la miseria y el desempleo, mejorar el nivel de vida de las mayorías, mejorar la seguridad en las calles, etc., etc. Las diferencias en las propuestas son mínimas de un partido a otro, ¿por qué? Porque las necesidades están allí desde hace años, y no se han podido solucionar; entonces la competencia estriba en convencer a las mayorías de que la forma en la que uno de ellos piensa resolver los problemas es mejor que la de los otros. No es necesario aclarar que la competencia en el ámbito político sólo se da durante las campañas, una vez ganados los cargos en disputa, los políticos suelen caer en una cómoda burocracia y se dedican mas a: justificar su ineficiencia e incapacidad para cumplir lo que prometieron durante su campaña, y a disfrutar los beneficios económicos relativos a su cargo, y las prebendas, muchas veces a costa del erario.

A nivel de naciones completas, vemos otra forma de apreciar la competitividad. Las naciones del tercer mundo, nombre que reciben de las que se autonombran del primer mundo, suelen ser consideradas no competitivas. Para establecer este criterio se considera el nivel de industrialización de una nación, como factor principal; sin embargo otros criterios son tomados también en cuenta como: nivel de alfabetización, cobertura de los sistemas de seguridad social, producción alimentaria, calidad de los servicios públicos, etc., etc.; incluso, aunque no lo puedo asegurar, pareciera que se toma también el grupo étnico predominante. ¿Por qué menciono el factor racial? Porque me parece muy curioso que los países de blancos, se encuentran calificados por encima de los que tienen una población predominantemente indígena; dejando en el último lugar a los países con una población predominantemente africana. El grado de competitividad a nivel de países tiene dos funciones básicas: 1) el país competitivo se encarga de explotar los recursos naturales del no competitivo; y 2) el no competitivo debe aceptar el saqueo del país competitivo, para no llegar al hambre. Cabe observar, que los países del primer mundo harán todo lo posible para evitar el desarrollo del tercermundista, porque si un país tercermundista se desarrolla, es más difícil de saquear; y esto es parte de la competencia entre naciones, el dominio de un pueblo sobre otro, si no por medio de la economía, por medio de la fuerza y la guerra.

Como vemos en los ejemplos anteriores, la competitividad ha tomado la forma que le han dado los grupos dominantes, con la intención única de perpetuar su poder; el resto esta excluido y condenado al servilismo. El problema principal, es que la mayoría se ha dejado engañar, y ha hecho suyo un mero concepto que le ha sido, y le es perjudicial. Cualquier virtud como el compañerismo, la solidaridad, la caridad y el amor al prójimo, pasan a segundo término por no ser cualidades competitivas. Lo que nos han presentado los dominadores como competitividad se caracteriza por un desinterés hacia nuestro prójimo y sus necesidades, fomentando de esta forma la exclusión y la descalificación; pero peor aún, se ha convertido en una forma de justificar la miseria y la desventaja de enormes grupos de humanos, que por no ser competitivos, merecen sus precarias condiciones de vida, la miseria e incluso el hambre. Lo que no pensamos, es que de esa forma hacemos que los grupos vulnerables se vuelvan mas vulnerables y mas grandes, porque al no ser competitivos, les negamos toda posibilidad de integrarse a la sociedad competitiva, haciéndolos caer en un círculo vicioso que ya lleva varias generaciones. Ahora cabe preguntar ¿si tus características físicas e intelectuales no encajan dentro de lo que nos han dicho que es competitivo, mereces el hambre y la marginación? La respuesta depende de ti y de tus creencias, y de como quieras que sea tu vida, no ahora, sino en el futuro, cuando por tu avanzada edad, dejes de ser competitivo.

Apocalipsis 3:16

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