(02 de octubre, 2014).- Más de 22.5% de
los mexicanos declara haber sido víctima de algún delito; eso según La
Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública
2014, que realiza el INEGI; o sea, 28 mil 224 víctimas por cada 100 mil
habitantes, más de uno por cada cinco. La cifra es aterradora, sobre
todo si observamos que la situación económica pinta para ponerse peor:
las reformas estructurales, orientadas a precarizar más la condición
económica del mexicano promedio; la pérdida o alarmante disminución de
la renta petrolera; los incrementos en los precios de los combustibles,
que de una forma o de otra, impactan en los precios de todos los demás
productos; y las peores condiciones sociales y económicas de los
trabajadores: Todas estas circunstancias que no hacen más que augurar el
incremento en la cifra de hechos delictivos…
Si, el número de delincuentes puede
aumentar en potencia y sus métodos pueden volverse cada vez más
violentos; entre más urgente y grande es la necesidad, más drástica
puede ser la solución que busquen; de morir lentamente de hambre, muchos
prefieren arriesgarse a morir más rápidamente en un enfrentamiento con
las fuerzas de seguridad o con bandas rivales, pero mientras mueren o
no, o son capturados o no, el delincuente ve satisfechas sus necesidades
económicas en el corto plazo. Así como dicen que la ociosidad es la
madre de todos los vicios, se puede decir que la necesidad y la
desesperación son las madres de la delincuencia y las acciones extremas.
Por otro lado están los representantes
de la “autoridad”, policías y militares; muchos de ellos también
agregados a esas corporaciones, más por la necesidad que por el gusto.
¿Cuántos de ellos no soñaron alguna vez con ser médicos, ingenieros o
maestros? La política económica y social añeja y pervertida que ha
privado en México no les dio esa opción, y ahora les da como única
opción, la de defender los intereses bastardos del capital en contra de
sus hermanos mexicanos víctimas, al igual que ellos, de esa política y
de esos políticos bandidos; ahora defienden férreamente a aquellos que
truncaron sus sueños y les privaron de auténticas oportunidades, y
desencadenan su ira y frustración contra sus iguales.
Ahora estamos una vez más en el México de los estudiantes muertos y de los asesinatos patrocinados por el estado:
1) Tlatlaya Estado de México, 31 de
junio de 2014, 21 muertos a manos del ejército, “presuntos criminales”;
al parecer los hermanos militares no consideraron que tuvieran derecho a
un juicio justo, ni a que se comprobara si eran o no criminales. Este
hecho se suma a los miles de civiles muertos durante el sexenio de
Felipe Calderón, que sin importar si eran mujeres o niños, fueron
muertos, en retenes militares, por el fuego de las armas que los
mexicanos entregamos al ejército para la defensa de nuestra soberanía.
2) 27 de septiembre, Iguala Guerrero,
seis estudiantes son acribillados por policías municipales; que
obedeciendo órdenes de quién sabe quién, se dispusieron a matar
cobardemente a estudiantes desarmados, olvidando que estos jóvenes
muertos, podrían tener la edad de sus hijos; o sea están decididos a
acabar con el futuro mismo de nuestro país. También aquí se suman demás
hechos de abusos policíacos, como los de San Salvador Atenco, en los
tiempos de Peña Nieto como Gobernador del Estado de México; las
detenciones indebidas el primero de diciembre de 2012, precisamente en
la toma de protesta como presidente del mismo Peña Nieto, etc., etc.
… O sea que ahora los mexicanos nos
encontramos atrapados entre dos fuegos, uno el de los delincuentes cada
vez más violentos y en mayor número; y dos, en del constante abuso de
autoridad de policías y militares, también cada vez más violentos y
peligrosos… No cabe duda que el peor enemigo de México, lo tenemos
dentro…