Pero qué bonita se ve nuestra selección de fútbol ganándole a un país más tercermundista que nosotros, me refiero a Camerún; pero más maravillosa se ve empatando con el pentacampeón Brasil… ¡Hay que festejar el triunfo contra el país africano! ¡Hay que festejar el empate contra el país sudamericano! Hay que gozar de los triunfos y de la mediocridad de los empates obtenidos en el mundial, porque lo que se nos viene después, son duros embates…
Hablando de embates, nuestros senadores, digamos parte de nuestra “selección política”, vaya que están decididos a golear al pueblo. ¿Pero si cómo no? Si nada más con algunos aspectos avalados en las nuevas leyes secundarias, complementarias de la reforma energética, vaya que nos quieren ganar cómo si nosotros, el pueblo, estuviéramos jugando dormidos y nos quieren meter un gol, o más bien ya lo metieron, ni más ni menos que con nuestra soberanía alimentaria; porque ahora resulta que, si tierras de cultivo son del interés de las empresas petroleras extranjeras, el propietario estará obligado a entregar esas tierras o de lo contrario, toda la fuerza del estado se desencadenará contra el más débil: el ejidatario o comunero.
Dice Alejandro Encinas: “Es una vergüenza que el Senado avalara que a ejidatarios y comuneros se les obligue a entregar sus tierras a empresas extranjeras, con la amenaza de que de lo contrario se las expropiarán con gran celeridad, y encima que se abra la posibilidad de que les puedan pagar en especie o contratándolos. De propietarios pasarán a ser peones encasillados de las trasnacionales eléctricas y petroleras.” El problema aquí es que los mexicanos, ni nos vamos a beneficiar de los ingresos del petróleo y ahora probablemente enfrentaremos un encarecimiento en los alimentos.
Pero por si el asunto de los alimentos fuera poco, pues resulta que también el agua será propiedad privada… Mantos acuíferos serán proporcionados a las empresas que se dediquen a la generación de energía eléctrica principalmente; y se garantiza el abasto de agua para la producción de electricidad antes que para las cuestiones de cultivo de alimentos o uso doméstico. O sea que si estos empresarios extranjeros lo quieren, los mexicanos vamos a andar hasta sin bañarnos.
Lo peor de todo es que de esta reforma energética los mexicanos no ganamos nada, absolutamente nada, porque ni siquiera somos un mercado potencial para el consumo de toda la energía que se va a generar y energéticos que se van a extraer de nuestro territorio, porque nuestra situación económica será cada vez peor y no nos permitirá ni siquiera adquirir lo que de aquí se están robando; quedando, todo el pueblo, como simples espectadores de lo que será una fábrica de multimillonarios extranjeros que harán sus fortunas a nuestras costillas, y lo que es peor, a las costillas de nuestros niños y jóvenes que quedarán condenados a no poseer nada… ni esperanzas.
Disfrutemos los goles, que en este caso no son “goles por la educación”, como versaba aquella falsa campaña de Televisa, ahora son goles por el despojo hasta de nuestra dignidad…
Hablando de embates, nuestros senadores, digamos parte de nuestra “selección política”, vaya que están decididos a golear al pueblo. ¿Pero si cómo no? Si nada más con algunos aspectos avalados en las nuevas leyes secundarias, complementarias de la reforma energética, vaya que nos quieren ganar cómo si nosotros, el pueblo, estuviéramos jugando dormidos y nos quieren meter un gol, o más bien ya lo metieron, ni más ni menos que con nuestra soberanía alimentaria; porque ahora resulta que, si tierras de cultivo son del interés de las empresas petroleras extranjeras, el propietario estará obligado a entregar esas tierras o de lo contrario, toda la fuerza del estado se desencadenará contra el más débil: el ejidatario o comunero.
Dice Alejandro Encinas: “Es una vergüenza que el Senado avalara que a ejidatarios y comuneros se les obligue a entregar sus tierras a empresas extranjeras, con la amenaza de que de lo contrario se las expropiarán con gran celeridad, y encima que se abra la posibilidad de que les puedan pagar en especie o contratándolos. De propietarios pasarán a ser peones encasillados de las trasnacionales eléctricas y petroleras.” El problema aquí es que los mexicanos, ni nos vamos a beneficiar de los ingresos del petróleo y ahora probablemente enfrentaremos un encarecimiento en los alimentos.
Pero por si el asunto de los alimentos fuera poco, pues resulta que también el agua será propiedad privada… Mantos acuíferos serán proporcionados a las empresas que se dediquen a la generación de energía eléctrica principalmente; y se garantiza el abasto de agua para la producción de electricidad antes que para las cuestiones de cultivo de alimentos o uso doméstico. O sea que si estos empresarios extranjeros lo quieren, los mexicanos vamos a andar hasta sin bañarnos.
Lo peor de todo es que de esta reforma energética los mexicanos no ganamos nada, absolutamente nada, porque ni siquiera somos un mercado potencial para el consumo de toda la energía que se va a generar y energéticos que se van a extraer de nuestro territorio, porque nuestra situación económica será cada vez peor y no nos permitirá ni siquiera adquirir lo que de aquí se están robando; quedando, todo el pueblo, como simples espectadores de lo que será una fábrica de multimillonarios extranjeros que harán sus fortunas a nuestras costillas, y lo que es peor, a las costillas de nuestros niños y jóvenes que quedarán condenados a no poseer nada… ni esperanzas.
Disfrutemos los goles, que en este caso no son “goles por la educación”, como versaba aquella falsa campaña de Televisa, ahora son goles por el despojo hasta de nuestra dignidad…
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