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Porque el derecho de decir lo que pienso y lo que siento me fue dado por los Dioses, no me podrá ser quitado por los hombres, sin que éstos, tarde o temprano, paguen el justo precio.


viernes, 13 de junio de 2014

10 de junio, día del infiltrado

No se sabe si son de aquí o son de allá; lo único que se sabe es que ahí están, haciendo el mal y cobrando bien…
El día 10 de junio de 2014, se conmemoraron 43 años de la masacre de estudiantes conocida como el Jueves de Corpus Christi o el Halconazo. El mismo día, pero en el año de 1971, se perpetró algo así como una especie de continuación de la Masacre del 2 de Octubre de 1968; en esta ocasión organizada por Luis Echeverría Álvarez, para terminar de eliminar a muchos de los líderes estudiantiles que se habían marchado al exilio, a raíz del conflicto del 68, en los tiempos de Díaz Ordaz.
Se dice que el gobierno formó, para este fin, un grupo paramilitar denominado los Halcones, integrado principalmente por militares, pandilleros y expresidiarios; después, haciendo pasar a los Halcones por estudiantes extremistas opuestos a los auténticos líderes estudiantiles, iniciaron, con el uso de armas de fuego, la masacre contra los líderes estudiantiles que realizaban una marcha pacífica hacia el Zócalo Capitalino; alrededor de 120 muertes se contabilizan por estas acciones, incluso se comenta que los estudiantes que no murieron en el cruce de Melchor Ocampo y San Cosme, lugar de la masacre, fueron ultimados en los hospitales en los que eran atendidos por las heridas recibidas.
En el hecho comentado en el párrafo anterior, podemos ver un claro ejemplo de lo que son los infiltrados, algo así como los alien, que se meten al estómago y revientan las vísceras desde adentro; aunque claro, los alien lo hacen porque es su forma de incubación, según la película de Ridley Scott; pero en el caso específico de los infiltrados, lo hacen simple y vilmente por dinero o por posiciones políticas.
De esta manera, para ellos es un modus vivendi destruir toda forma de organización legítima y popular; por lo mismo, los infiltrados toman muchas formas, pero predominan tres tipos: 1) es el típico grupo de sindicalistas ‘charros’, que se encargan de desinformar en las asambleas, de descalificar los argumentos contrarios a los abusos del patrón, y de ser preciso, de llegar a los golpes con quienes manifiestan ideas contrarias a los intereses que defienden; 2) son los ‘porros’ de las escuelas preparatorias o universidades públicas, que se encargan de mantener a los alumnos permanentemente en un estado de miedo, en especial en momentos clave, en los que alumnos más brillantes e informados, pretenden organizarse contra una decisión arbitraria de la autoridad escolar; y 3) son los policías o militares altamente entrenados, que vestidos de civiles, se encargan de sembrar el desorden y la violencia en los movimientos pacíficos de ciudadanos organizados que pelean o exigen el cumplimiento de un derecho a la “autoridad”.
El último tipo de infiltrado es el más peligroso, puesto que al ser un resentido social, desencadena toda su ira contra quien no es culpable de su desgracia; olvida que si no pudo ser ingeniero, médico o licenciado, no fue por culpa de los ciudadanos que luchan por los derechos de todos, sino por los malos gobiernos que lo mantuvieron siempre en la permanente condición de desventaja. Este tipo de infiltrado trabaja precisamente en defensa del culpable de sus desgracias, el gobierno en turno, y desconoce a su verdadera clase social, la del pueblo siempre oprimido por los abusos del poder. Al ser, generalmente extraído de la pobreza, este infiltrado está decidido a hacer todo por dinero, a la manera del sicario o del asesino a sueldo.
Casos de cómo operan los infiltrados sobran, incluso en la historia reciente. El 1 de diciembre de 2012, durante la toma de posesión de Peña Nieto, vimos cómo los infiltrados iniciaron la violencia para sembrar el pretexto de una exagerada e injusta acción policíaca en contra de los manifestantes pacíficos. Otro caso más reciente es el de San Bartolo Ameyalco (mayo 2014), en el que los infiltrados “atacaron” a la policía del Distrito Federal, para justificar la acción policial arbitraria, en contra de colonos que sólo defendían su pozo de agua.
Sin duda el caso más dramático y emblemático de una acción criminal de los infiltrados, contra civiles inocentes y desarmados, es el Halconazo; por eso el 10 de junio debería ser el día de la deshonra… El día del infiltrado.

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