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Porque el derecho de decir lo que pienso y lo que siento me fue dado por los Dioses, no me podrá ser quitado por los hombres, sin que éstos, tarde o temprano, paguen el justo precio.


jueves, 8 de noviembre de 2012

¡A patadas!

Y es que no se que tienen en la cabeza los extranjeros que piensan que pueden venir a nuestro México a maltratarnos. Primero fueron los españoles, que con su bandera religiosa, vinieron dizque a "evangelizarnos", allá en el siglo XVI, cuando en realidad no eran más que una bola de ladrones malparidos, ávidos de riquezas fáciles; ellos iniciaron la cultura de los golpes en México y a través de ellos, supuestamente adoctrinaron en el cristianismo a los "indios salvajes y endemoniados", cuando en realidad fueron los golpes y los abusos físicos la mejor manera de explotarlos en el trabajo, así como también, a través del terror y la violencia, promovieron en el indígena el auto despojo de sus riquezas naturales en favor de un pueblo de sinvergüenzas.

La historia se repitió allá en los tiempos de Porfirio Díaz, a fines del siglo XIX e inicios del XX, cuando otra vez, a fuerza de golpes y maltratos físicos, se obligaba nuevamente a los "indios" a trabajar. En esta ocasión ya no eran sólo españoles; también eran hacendados ingleses, franceses, alemanes, etc., que al igual que 100 años atrás, sólo venían a saquear, a robar las riquezas que por derecho divino NO les pertenecían, y por derecho divino, sólo han pertenecido a aquel a quién ellos llamaban "indio".

 

Lo comentado en los dos párrafos anteriores no terminó nada bien, y en los dos casos, los extranjeros implicados en esos asuntos del ejercicio de la violencia y el saqueo sistemático de nuestros bienes, acabaron huyendo, los que les fue bien, y a los que les fue mal, murieron en manos de esos "indios" hartos del abuso y discriminación hacia sus personas y hartos del saqueo de sus propiedades.

 

Ahora la situación parece querer retornar a esas épocas, en la que nosotros, los indios mexicanos, somos los explotados por el extranjero, que gracias a los gobiernos traidores y complacientes con el invasor, se siente con derecho sobre todas nuestras cosas y hasta con derechos sobre nosotros; así los demuestran dos hechos recientes, que si bien no son los únicos, si son dos que se han hecho públicos a través de vídeos: El caso del empresario judío, Moisés Sacal, que golpeó duramente a un valet parking según por no quiso cambiarle la llanta a su automóvil (http://adf.ly/ETMra); y el segundo y más drástico, el del surcoreano, Kim Jaeoak, capataz  de la empresa Sam Won, que golpeó salvajemente y a patadas a un subgerente de compras (Si así trata a un subgerente ¿Cómo tratará al personal operativo de menor rango?) (http://adf.ly/ETNC8). Lo más curioso de los dos casos es que en ninguno, ni el trabajador ni alguno de sus compañeros, hacen nada para evitar la injusticia.

 

¿A qué se debe que alguien no meta ni las manos, cuando lo está golpeando una persona con una supuesta mayor jerarquía? Pues todo se deriva de una mala educación, basada en el golpe y el regaño, por lo mismo, la gente suele aceptar el golpe de un superior, como tal vez se vio obligado a aceptarlo de su padre, de su madre, hermanos mayores, etc. A muchos les han enseñado que si se equivocan merecen primero el golpe y tal vez después, la explicación del porque lo que hicieron es una equivocación o "travesura". Si a lo anterior se le suma la constante incertidumbre que priva en México, respecto a la estabilidad laboral, pues la cosa se agrava, y la mala educación, basada en el maltrato, aunada a la necesidad de obtener un ingreso para sobrevivir, acaban convirtiendo a la persona en algo parecido a un muñeco de trapo entre las garras de un oso negro.

 

... ¡Ya nomás eso nos faltaba, que a los trabajadores se les corrija a patadas! Y aún falta por ver si la nueva Reforma Laboral, que dicen nuestros políticos sinvergüenzas y ladrones del PRI-PAN, que es lo que necesitamos, nos viene a agravar la situación... Más necesidad, puede conllevar mayor sometimiento al abuso...

 

https://www.facebook.com/Apocalipsis.No.316

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