Intro

Porque el derecho de decir lo que pienso y lo que siento me fue dado por los Dioses, no me podrá ser quitado por los hombres, sin que éstos, tarde o temprano, paguen el justo precio.


lunes, 30 de abril de 2012

Así es mis Hermanos, el crecimiento de la corrupción y la caída de la mentiras, que nos han dicho por años, serán solo el comienzo de los grandes cambios. Enfrentaremos la furia de los hombres de mal, muchos morirán (o moriremos), porque las principales armas del invasor y del opresor son la furia y el odio; pero esas armas no trascienden en los tiempos, porque se combaten ellas solas; el arma de los débiles y los justos será la inacción, aunque esta inacción lleve a la propia desaparición. Veremos también la furia de la tierra, que con grandes cataclismos buscará su renovación; y otros tantos morirán en esos cambios; y una vez más, ante los cambios de la tierra, la inacción y resignación de los buenos y los justos, será su única defensa. Caerán los viejos sistemas y sus falsas propagandas; y los Hermanos descubrirán que no existe el altruismo basado en el dinero; que no existen gobiernos que piensen en sus semejantes; que no existe la bondad, cuando ésta es condicionada; que las personas no son trofeos ni propiedades; y también descubrirán que el amor trasciende el tiempo y el espacio; que el amor se da al prójimo sin importar sexo, color de piel, ni la creencia personal; aprenderán que los niños son de todos, y garantizar su futuro será obligación de todos; derribarán las falsas fronteras, y se darán cuenta que todos los humanos de la tierra pertenecemos a un mismo pueblo, un gran pueblo; observarán por primera vez el verdadero universo, distinto al que les dijeron que era, porque el universo no es negro ni obscuro, sino que es luz, es sabiduría y es la fuente del amor infinito.

Estar preparados y convertir el temor en alegría, porque no hay cambio sin sacrificio; y tener la fe, de que entre más drástico es el proceso, más pronta será la renovación.

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